La costa de la Comunitat Valenciana no es precisamente un escenario ejemplar en lo referente al respeto por el medio natural. Aun así, movimientos ciudadanos y mediáticos han evitado durante las últimas décadas una pérdida incalculable de litoral como, por ejemplo, el memorable blindaje de la Dehesa de El Saler. Ahora, en un claro contraste con la fiebre por la monetización a toda costa del paisaje, algunas de sus calas se convierten en los espacios más buscados para reencontrarse con el Mar Mediterráneo en su estado más natural.
Una cala es, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), una ensenada pequeña; o sea, una parte de mar que se adentra en la tierra y con una forma efectivamente redondeada. No muy lejos de algunos de los polos turísticos más paradigmáticos se encuentran algunas de estas reservas, objeto del deseo para los amantes de Instagram pero sobre todo para aquellos que aspiran a localizar espacios aislados del turismo masivo.
CALA DEL MORAIG – BENITATXELL -ALICANTE
No muy lejos de la Granadella se encuentra una cala algo más pequeña pero también menos conocida: la cala del Moraig. Esta ensenada natural cuenta con un entorno de altura que hace que el espacio ofrezca una mayor sensación de escala con respecto al mar. El Puig Llorensa (a la derecha en la foto que precede a este párrafo) y las Cumbres del Sol (a la izquierda y tras la playa) se elevan varios cientos de metros no muy lejos del mar, aunque esa no es su principal virtud con respecto a otras calas.
Con una presencia más extendida de casas en el entorno con respecto a la Granadella, el gran valor diferencial de la cala del Moraig es la Cova dels Arcs. En este espacio se unen el agua dulce y la salada, ofreciendo un espectáculo en el que se generan efectos visuales sobre la superficie del mar. Por otro lado, la confluencia de estas aguas genera cambios térmicos que convierten a la cala en una suerte de balneario marino natural.
Llegar hasta la playa con vehículo es una cierta pericia, pero también haciéndolo a pie. Una vez junto al mar, el descenso -y posterior ascenso- merece sobradamente el esfuerzo.
CALA FONDA – VILA JOIOSA – ALICANTE
Las urbanizaciones de lujo en el en torno de la Vila Joiosa, al sur de Benidorm, guardan algunos de los mejores tesoros de la Costa Blanca. La Caleta o la Cala del Xarco son espacios para el baño marino de difícil acceso, pero cuyas particularidades son especialmente atractivas como para intentar llegar hasta cualquiera de ellas. En caso de no conseguirlo, la playa Bon Nou de la población es altamente recomendable.
Sin embargo, tratando de buscar una experiencia única en el litoral de la Comunitat, la Cala Fonda o el Racó del Conill disponen de uno de los impensables placeres de nuestra costa: el baño en solitario. Más impensable si cabe por su proximidad -unos pocos kilómetros- a Benidorm. El acceso se realiza desde la N-332, siguiendo las indicaciones hasta la Punta Plana y luego continuando el acceso a pie por la difícil costa acantilada. El espacio es el que se puede ver en la imagen de cabecera del artículo (Cala Fonda).
CALA FORADADA – VINARÒS -CASTELLÓN
Una gran roca perforada por el agua da nombre a esta cala en Vinaròs, Castellón. No es la única del tramo que va desde la débil desembocadura del río Sènia hasta la población castellonense: les Deveses, les Llanetes o Cala Pastor son nombres de algunas de las más populares.
No obstante, Cala Foradada es una de las opciones en busca de calas más cómodas para la familia. Además, es un lugar especialmente agradable para fondear una pequeña embarcación. En este caso, prima el acceso a una espléndida restauración en la zona en la que el langostino es el gran protagonista. La playa es de fáicl acceso y sus aguas son especialmente cristalinas, además de permitir la posibilidad de explorar por el contorneo de la costa y refrescarse bajo la roca que da nombre a esta opción al norte de la provincia de Castellón.
Las alternativas en este sentido que van desde Vinaròs hasta Peníscola pasando por Benicarló son muy parecidas en el sentido de la accesibilidad y, en general, de la tranquilidad de estos deseados rincones.
CALA PEBRET – PENÍSCOLA – CASTELLÓN
Por destacar una de esas calas que se encuentran entre las privilegiadas poblaciones citadas por su pesca, la Cala Pebret tiene 280 metros, siendo la más extensa de las aquí comentadas. Es una de las calas que rematan la depresión tras la Sierra de Irta, una de las joyas menos urbanizadas de la Comunitat en su proximidad al Mediterráneo. Es una cala muy accesible y familiar, ideal para llegar a ella y descubrir el entorno en bici.
Compaginable con una visita a Peníscola, una de las ciudades más bellas del Mediterráneo, la Cala Pebret está dentro de un arco que combina ser Lugar de Interés Comunitario y Zona de Especial Protección para las Aves, lo que nos hace reconocer su especial riqueza natural tanto por su ecosistema como por su fauna. Está al sur de la popular Torre Badum (se distingue claramente en el siguiente vídeo) y gracias al recomendado acceso en bici (o moto) su extensión se puede recorrer llegando incluso hasta cala la mar de interesante: Cala Argilaga, en Alcossebre.
LA EXPERIENCIA ÚNICA DE LES ILLES COLUMBRETES
Columbrar es, según el DRAE, ‘Divisar, ver desde lejos algo, sin distinguirlo bien’. Aun así, parece ser que el nombre de estas islas conocidas en tiempos de hegemonía griega derivaba de la presencia de serpientes. Una fauna que, ya desaparecida, evitó que fueran ‘colonizadas’ hasta el siglo XIX, momento en el que se construyó su faro.
La última sugerencia de las seis es la más peculiar, y es que un baño en estas islas es una de las experiencias más diferenciales dentro de las aguas de la Comunitat. Al estar consideradas como reserva natural, aproximarse a estas es solo posible con una autorización previa que se puede gestionar -para aquellos que tengan barco propio y para los que no- en los puertos deportivos de Oropesa del Mar, Alcalà de Xivert-Alcossebre, Vinaròs, Castellón de la Plana y Borriana.
El interior del cráter volcánico que conforman estas islas (Puerto Tofiño) es idóneo para la práctica del buceo con escafandra o snorkel, mientras que los amantes de la vela pueden recorrer estas aguas prístinas entre las formaciones. Además, la compañía de bancos de peces inofensivos convierte este baño cristalino y de mar profundo en un must para la fotografía acuática y también del entorno.
OTRAS CALAS A DESTACAR
Más allá de las seis citadas, merecen una mención especial la Cala del Sur en la Isla de Tabarca, lugar entre los grandes desconocidos por muchos valencianos, Cala del Moro en Peníscola (próxima a Pebret), Calas Capitán y Mosca en Orihuela y Cala Ferris en Torrevieja, para los que opten por las opciones más al sur, o la Caleta y Cala del Charco de Finestrart y la Vila Joiosa como alternativa a las exclusivas por difícilmente accesibles Rincón de Conill y Cala Fonda.
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