Conduciendo sobre nieve, da igual que el coche sea más o menos potente y tampoco importa mucho si tiene tracción a las cuatro ruedas o no: si los neumáticos no tienen tracción, será inevitable que nos quedemos bloqueados en la carretera o que, de improviso, nos deslicemos sin control sobre ella.
La solución tradicional pasaba por llevar en el maletero un juego de cadenas para nieve, una herramienta eficaz cuya instalación resulta engorrosa. En la actualidad disponemos de la alternativa de los neumáticos de invierno.
Pero cuál de las dos opciones es la más indicada? Analicemos los pros y las contras de ambos sistemas.
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Las cadenas para nieve
Las cadenas proporcionan mayor tracción que los neumáticos de invierno cuando se circula sobre nieve profunda, nieve muy compactada o hielo.
Además, las cadenas para la nieve son mucho más económicas que los neumáticos para la nieve. De hecho, en el mercado disponemos de cadenas de la máxima calidad, metálicas o de material plástico, por menos de 40 euros. Incluso podemos comprar cadenas mucho más baratas, aunque su durabilidad hará que tengamos que sustituirlas rápidamente si las usamos a menudo.
El gran problema de las cadenas es que hay que detenerse para instalarlas cada vez que precisemos usarlas y hacer lo propio cuando la nieve desaparezca de la carretera, ya que está prohibido circular con ellas si el asfalto no está cubierto.
Además, hay que conducir a velocidad muy baja: el límite de velocidad es de 50 km/h, aunque los expertos recomiendan no sobrepasar la velocidad de 30 km/h cuando se llevan incorporadas las cadenas de nieve.
Los neumáticos de invierno
La principal baza a favor de los neumáticos de invierno es su comodidad de uso: se montan a principios de la temporada invernal y se desmontan a la finalización de la misma. Estos neumáticos están diseñados para ofrecer buena adherencia tanto con nieve sobre la calzada como sin ella.
Sin embargo, no puede decirse lo mismo de su coste: de mano, resultan bastante más caros que los neumáticos convencionales, a lo que hay que añadir el precio de la operación anual de montaje y desmontaje.
Adicionalmente, tenemos que disponer de un espacio para su almacenamiento o pagar una tarifa anual para que un taller se haga cargo de su almacenaje durante los meses que no los utilizamos.
Por otra parte, aunque su rendimiento sobre nieve es óptimo, en los casos más extremos ofrecen menor adherencia que las cadenas. De hecho, muchos conductores del norte de Europa viajan con un juego de cadenas de nieve en sus vehículos, como complemento puntual para sus neumáticos de invierno.
El factor riesgo
Otro factor de peso a favor de los neumáticos de invierno es que eliminan el riesgo que supone detenerse sobre un firme resbaladizo para instalar las cadenas. No está de más recordar que en época de nieve son comunes los accidentes por alcance contra vehículos que se encuentran detenidos.
¿Y por qué alternativa decantarnos? Si vivimos en una zona donde la nieve es un hecho muy puntual, no cabe duda de que las cadenas son la solución lógica. Pero no podemos decir lo mismo si la presencia de nieve es una circunstancia que se presenta con frecuencia: en este último caso, los neumáticos de invierno serán nuestra primera opción.
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