Hacerse con una furgoneta de trabajo es una decisión que no debe tomarse sin antes valorar una serie de aspectos ya que tenemos distintas alternativas como la compra, leasing o alquilar una furgoneta de trabajo.
Entre ellos se encuentran los relativos a la marca y el modelo, a la motorización o al tamaño de la furgoneta. Pero existe otra cuestión fundamental: el uso que haremos de ella, ya que no es lo mismo utilizarla de manera intensiva que necesitarla solo para ocasiones muy puntuales.
Dependiendo de este factor y de nuestra situación económica, tendremos que decidir si la compramos, la financiamos o nos decantamos por la opción del alquiler.
Analicemos los pros y las contras de cada una de estas opciones:
Compra tu furgoneta de trabajo
Es la forma más tradicional de adquirir un turismo o furgoneta.
Sus ventajas son:
El comprador adquiere el pleno dominio del vehículo, pudiendo cambiarlo por otro o venderlo en el momento que considere más oportuno
Se evita estar sujeto al abono de cuotas mensuales de financiación
Y las grandes desventajas son las que siguen:
La inversión es cuantiosa, especialmente si es necesario adquirir varias furgonetas
La alta depreciación de los vehículos, especialmente en los tres primeros años
También podemos comprar una furgoneta de trabajo mediante un crédito financiero, pero en este caso, al tratarse de una actividad empresarial, resulta más ventajoso fiscalmente optar por la opción del leasing.
Financiación mediante leasing de la furgoneta
El leasing es una modalidad de arrendamiento financiero en la que el titular del vehículo disfruta de su uso mediante el abono de una cuota mensual.
A la finalización del contrato, el titular puede ejecutar una opción de compra, pagando una cuota final que corresponde al valor venal del vehículo y quedándose con él en régimen de propiedad definitiva.
Sus dos ventajas principales son:
No es necesario realizar inversión inicial
Tratamiento fiscal beneficioso para las cuentas de la empresa
Lo malo es que si el titular desea quedarse definitivamente con la furgoneta, habrá de realizar el desembolso económico a la finalización del contrato.
Todo un ‘handicap’, ya que hay que tener en cuenta que se tratará de un vehículo de cinco o seis años y, probablemente, muy rodado.
Renting de una furgoneta, la alternativa al leasing
Mediante el renting, el cliente también dispone de la opción de disponer del vehículo a cambio del pago de una cuota mensual.
La gran diferencia entre ambas modalidades es que el leasing es un contrato de arrendamiento financiero mientras que el renting es un contrato de arrendamiento mercantil.
Esto se traduce en que ambas opciones reciben un tratamiento contable y fiscal diferente. Dependiendo de la situación financiera de cada empresa, en unas ocasiones será más interesante el leasing y en otras el renting.
Además, al tratarse de un arrendamiento mercantil y no financiero, en la cuota de renting pueden incluirse todos los gastos operativos derivados del uso de la furgoneta, salvo los correspondientes al combustible.
Alquilar una furgoneta de trabajo
Todas las opciones anteriores son válidas, siempre que vayamos a utilizar la furgoneta a diario o con cierta frecuencia.
Pero existen negocios en los una furgoneta no es imprescindible, salvo en casos puntuales o en períodos del año muy determinados.
¿Merece la pena invertir dinero en un furgón o comprometerse durante años al pago mensual de cantidades elevadas para tener aparcado un vehículo que normalmente no usamos? La respuesta obvia es que no.
Si te encuentras ante este dilema, en Furgocar disponemos de la solución más adecuada para ti: una selección de furgonetas de varios tamaños, con pocos kilómetros y revisadas a conciencia, listas para que las utilices solo cuando realmente las necesites.
Nuestros precios no admiten competencia y, si echas tus números, te darás cuenta de que una furgoneta de alquiler es la solución más rentable para tu caso particular.
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