Medicamentos y conducción: efectos y recomendaciones

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Un 30% de los conductores toma algún medicamento, y según la DGT, un alto porcentaje de los fallecidos en carretera el año pasado tomaba algún tipo de fármaco. ¿Pueden considerarse como una droga al mermar las capacidades básicas para conducir? Cuanto mejor informados estemos, mejor podremos prever cualquier situación.

Todos somos conscientes de los efectos adversos del alcohol y las drogas en la capacidad de conducción y el peligro que implica para el conductor y para los demás. Sin embargo, la mayoría de personas desconocen que determinados medicamentos pueden resultar igualmente peligrosos a la hora de ponernos al volante, ya que disminuyen las capacidades o destreza necesaria para conducir.

 Por ello, en el caso de tener que ponernos en tratamiento ya sea por una enfermedad crónica como una alergia o por alguna eventual como una gripe, es muy importante informarse sobre si puede tener algún efecto sobre nuestra capacidad para conducir y prevenir accidentes. Esta información siempre  la especifica el prospecto.

 

Cuidado con los efectos secundarios

 Además de los efectos en un primer momento, se han de tener muy en cuenta los efectos secundarios de los fármacos, o la mezcla de unos medicamentos con otros en un tratamiento.

 Los efectos negativos de los medicamentos sobre la capacidad de conducción se denominan “efectos indeseables”, pero no siempre son igual de intensos en unas personas que en otras. Es difícil establecer una relación entre la dosis administrada de medicamento y el grado de deterioro en la capacidad de conducción.

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La influencia en positivo o en negativo sobre esta capacidad está determinada por factores inherentes al fármaco, y por otros relacionados con la persona que está en tratamiento.

 

Los principales efectos secundarios de los medicamentos que pueden afectar negativamente en la capacidad para conducir son:

– El efecto sedante (somnolencia, disminución de la alerta…),

– Las alteraciones oculares (visión borrosa, trastornos de acomodación…),

– Las alteraciones auditivas (zumbidos, acúfenos…),

– Los vértigos y los temblores, entre otros.

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¿Cómo prevenir una situación de riesgo causada por medicamentos?

 Es muy recomendable que el paciente que empieza a tomar un medicamento que puede alterar la capacidad de conducir procure averiguar cómo reacciona ante la medicación, antes de sentarse al volante de un coche.

 Para ello, deberá observar cómo influye en sus reflejos, en su capacidad de concentración y si le produce excesiva somnolencia en su vida cotidiana. Además, por sentido común, debe evitar conducir al inicio de un tratamiento que pueda disminuir sus reflejos o su capacidad visual.

 

A tener en cuenta

 La reacción del organismo a los medicamentos es más significativa los primeros días del tratamiento, y puede no ser tan fuerte después. Siga siempre las instrucciones indicadas en cuanto a la dosis y al tiempo de duración del tratamiento. En caso de duda, no se automedique ni mezcle sus dosis. Lo mejor es consultar a su médico o farmacéutico.

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Los medicamentos que potencialmente pueden afectar a nuestra capacidad de conducción son: ansiolíticos, antidepresivos, tranquilizantes o incluso algunos colirios o pomadas oftálmicas que pueden influir sobre nuestra correcta visión.

 Los medicamentos para tratar los resfriados o las alergias también pueden disminuir nuestros reflejos: un ejemplo son los antihistamínicos, que pueden producir somnolencia, sedación y disminución de los reflejos. Incluso un simple descongestionador nasal puede afectarle.

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En resumen

– Preocúpate por conocer bien tu enfermedad y sus limitaciones para conducir.

– Es tu deber conocer los efectos secundarios de los medicamentos que tomes, no les quites importancia: pueden sorprenderte.

– Reconocer los primeros síntomas de una crisis es importante. Presta atención a las señales de tu cuerpo si tomas medicamentos.

Evita los desencadenantes de una crisis. Para ello, has de conocer las causas, y así prever imprevistos.

– No abandones o modifiques el tratamiento por decisión propia y no hagas “tus propias recetas”.

Nunca mezcles la toma de medicamentos con otras sustancias.